Vida Cristiana

Deja que el big bang argumente a favor de la existencia de Dios

Nota del editor: Para leer otras perspectivas relacionadas, revisa el video ¿Cuáles son las diferentes teorías de la creación? y los artículos Lo que la ciencia nos enseña en realidad y ¿Qué es el creacionismo histórico?

Una vez me preguntaron durante una sesión de preguntas y respuestas si podía aportar pruebas convincentes de la existencia de Dios. «¿Puedo hacerte unas preguntas para empezar?», dije al participante. Asintió con la cabeza. «En primer lugar, ¿crees que las cosas existen? ¿Es real el universo material?».

«Sí, por supuesto», respondió.
«Bien. Segunda pregunta: ¿Han existido siempre las cosas del universo? ¿Es eterno el universo?».
«No», dijo. «El universo surgió del big bang».
«Está bien, estoy contigo. Ahora la pregunta final: ¿Qué causó el big bang?».

En este punto, se resistió. «¿Cómo voy a saberlo?», dijo. «No soy científico».

«Tampoco yo», admití. «Pero solo hay dos opciones, ¿no? Algo nada. ¿Tú qué crees? ¿Crees que algo fuera del universo natural provocó su aparición, o crees que simplemente surgió sin causa, sin razón?».

(Soy consciente de que el big bang es controversial, pero incluso los cristianos que no están convencidos del big bang todavía pueden aprovechar la creencia del escéptico a su favor, como veremos).

En este punto, el escéptico que se apoya en la razón se encuentra en una caja. Tanto la ley del medio excluido (no puede ser ninguna de las dos opciones porque no hay una tercera) como la ley de la no contradicción (no pueden ser ambas porque es una contradicción) le obligan a elegir una de las dos únicas posibilidades lógicas.

Admitir que algo fuera del universo natural, físico y temporal es la causa del mundo sería contrario al ateísmo naturalista del escéptico. Sin embargo, ¿qué persona reflexiva optaría por la alternativa? Incluso si piensa que es posible que el universo surgiera de la nada, sin causa aparente, está claro que no es la hipótesis favorita.

Causa y efecto

Imagina a la esposa de un hombre preguntando de dónde ha salido el Mercedes-Benz SL nuevo que tienen en el garaje. Dudo que se quedaría satisfecha si él le dijera: «Cariño, no ha salido de ningún sitio. Ha surgido de la nada. No hay problema. Así es como empezó el universo». Incluso las personas comunes sin conocimientos de física se dan cuenta de que eso no va a funcionar.

La razón nos dicta que optemos por la alternativa más razonable, y la opción «algo de la nada» no lo es. De hecho, es peor que la magia. En la magia, un mago saca un conejo de un sombrero. Pero en este caso no hay sombrero ni mago. Solo hay un conejo (el universo, en nuestro caso) que aparece de la nada.

Una gran explosión necesita de un gran explosivo; todo efecto requiere una causa adecuada para explicarlo
 
Puede que reconozcas esta línea de pensamiento como el argumento cosmológico de Kalam, una antigua defensa del teísmo recientemente revitalizada por el filósofo William Lane Craig. Si no has leído sus libros, permíteme darte el curso versión resumida.

Se puede construir un silogismo lógicamente sólido para defender este argumento, pero eso no es necesario para el ciudadano promedio cuando se apela a una noción de sentido común como esta. Esta es la versión simplificada: una gran explosión necesita de un gran explosivo. Creo que con eso está todo dicho. Todo efecto requiere una causa adecuada para explicarlo. Bastante obvio.

Irónicamente, la noche en que estaba concretando los detalles de este punto en la recepción de un gran hotel de Polonia, se oyó una gran explosión en la recepción. La multitud de personas que estaban conversando en el salón enmudeció de inmediato y todos se preguntaron lo mismo: ¿Qué ha sido eso?

Por supuesto, sabían lo que era. Era un big bang, un gran estallido. Las verdaderas preguntas en sus mentes eran las siguientes: ¿Qué lo causó? ¿Algo se cayó? ¿Ha estallado un cohete? ¿Le dispararon a alguien? Pero les prometo una cosa. Nadie en ese hotel, independientemente de sus convicciones religiosas o filosóficas, pensó que el estallido no había sido provocado. A nadie se le ocurrió que la «explosión» se hubiera producido por sí misma.

¿Quién es Ese?

Los escépticos también lo saben. Una vez en una cena, un joven sentado frente a mí anunció con cierta beligerancia que ya no creía en Dios. «Es irracional», dijo. «No hay evidencias».
En respuesta, planteé mi punto de vista sobre el big bang. «Si oyes que tocan la puerta de tu casa», dije, «¿pensarías que ese toque se ha dado solo, o llegarías a la conclusión de que alguien estaba tocando y entonces te levantarías a abrir la puerta?».
Ignoró despectivamente mi pregunta, así que dejé pasar el tema. Sin embargo, media hora más tarde, mientras tomábamos el postre, alguien tocó con fuerza la puerta principal (no me lo estoy inventando). Sorprendido, el ateo levantó la cabeza. «¿Quién es?», dijo.

«Nadie», le dije. No comprendió el punto, por supuesto. Pero su siguiente movimiento fue revelador: se levantó y abrió la puerta. Aquella noche, este joven e ingenuo ateo se había topado con la realidad.

Sabía que un simple golpe no podía haberse golpeado a sí mismo, pero parecía dispuesto a aceptar como razonable que todo un universo apareciera en la existencia repentinamente sin razón ni propósito.

Una vez, mi hija Annabeth golpeó la mesa con la palma de la mano y dijo: «Si yo golpeo con la mano, soy yo quien ha golpeado. Entonces, ¿quién provocó el big bang?». A los ocho años, había interiorizado una obviedad: el ateísmo no tiene recursos para explicar de dónde vino el mundo. El teísmo sí. Es la mejor explicación de cómo son las cosas.

Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.

Gregory Koukl es el fundador y presidente de Stand to Reason, un grupo dedicado a capacitar cristianos para un intercambio productivo y bien pensado. Es el autor de Tactics and The Story of Reality—How the World Began, How It Ends (Zondervan).

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